SOTORRIO HERNANDEZ

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Médico tomando la presión arterial

Un cambio en la definición de hipertensión en EE UU aumenta los casos en varios millones

Las personas con presión arterial superior a 130/80 mm Hg ya tienen un riesgo de enfermedad elevado
El número de estadounidenses con hipertensión arterial ha aumentado repentinamente de un tercio de la población adulta (32%) a casi la mitad (46%). No es una nueva epidemia: la Asociación Americana del Corazón y el Colegio Americano de Cardiología han cambiado la definición clínica de esta condición tras varios años de estudio conjunto. Antes, eran hipertensos los que tenían una presión arterial mayor de 140/90 milímetros de mercurio (mm Hg). Ahora, la hipertensión es cualquier valor por encima de 130/80.

Estos números emparejados (130/80) reflejan la presión que ejerce la sangre contra las paredes de los vasos sanguíneos. Cuando el corazón late, bombea sangre hacia las arterias, produciendo una presión alta —la primera cifra— llamada sistólica. Entre latidos, el corazón está en reposo y la presión sanguínea disminuye. Esta presión menor —la segunda cifra— se llama diastólica. Se considera hipertensión cualquier medición en la que al menos uno de estos dos parámetros esté por encima del valor estipulado.

Las nuevas directrices, publicadas en la revista Hypertension y en la revista del Colegio Americano de Cardiología se basan en la evaluación de más de 900 estudios sobre salud cardiovascular de los últimos años. Las evidencias científicas demuestran que las personas dentro del nuevo rango definido como hipertensión ya tienen un riesgo elevado de sufrir complicaciones cardiovasculares, aproximadamente el doble que aquellas con presión arterial normal (menor de 120/80).

En España, se utiliza la medición de 140/90 mm Hg para diagnosticar la hipertensión. Según un estudio publicado en la Revista Española de Cardiología, casi la mitad de los adultos españoles sufre hipertensión bajo esta definición, y además un tercio de ellos lo desconoce. Una tensión arterial alta provoca sobreesfuerzo al corazón, lo cual puede llevar a un aumento de su masa muscular (hipertrofia), que a veces desemboca en insuficiencia coronaria o angina de pecho. Además, la hipertensión está ligada a multitud de problemas cardiovasculares, como arritmias, acumulación de grasa en las arterias e incluso su obstrucción (trombosis), que puede producir infarto cardíaco o cerebral.

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