Las cifras de supervivencia han pasado de ser casi nulas a alcanzar actualmente el 80% el primer año y el 67% tras cinco años
Las claves han sido las técnicas de preservación de órganos y la inmunosupresión para frenar los rechazos
Más de 7.500 trasplantes de corazón durante los últimos 30 años
El trasplante de corazón no es, ni mucho menos, la intervención más compleja a la que tienen que enfrentarse los cirujanos cardiacos, pero quizás sí la más especial. «El momento en el que ves que el corazón empieza a latir de forma espontánea en otro cuerpo es mágico, emocionante», asegura Juan Miguel Gil Jaurena, especialista del servicio de Cirugía Cardiaca del Hospital Universitario Gregorio Marañón de Madrid.
Cincuenta años después de que Christiaan Barnard realizara el primer trasplante cardiaco en Ciudad del Cabo (Sudáfrica), la técnica quirúrgica que se utiliza para cambiar un corazón dañado por otro sano apenas ha cambiado. Sin embargo, sí son muy diferentes los resultados que se obtienen con la intervención.
«Al principio no se conocía bien el proceso de rechazo y no salían bien. De hecho, tras la euforia inicial, los programas de trasplante de corazón se abandonaron en todo el mundo excepto en tres centros porque los pacientes no lograban sobrevivir», apunta Javier Segovia, jefe de la sección de Insuficiencia Cardiaca del Hospital Universitario Puerta de Hierro de Majadahonda (Madrid).
La resurrección del trasplante de corazón vino de la mano de la ciclosporina, un fármaco inmunosupresor que conseguía frenar la cascada de rechazo del órgano y cuyo uso se aprobó a principios de los años 80. De hecho, la aparición del medicamento marcó un punto de inflexión que hizo posible la generalización del trasplante en todo el mundo.
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